Es un verdadero gusto reproducir la critica que en la pagina “halcondelanoche” hacen de la publicación “Deriva de la frontera” de Miguel Sánchez-Ostiz”, así como del poema “Manual de Instrucciones” incluido en el mismo.
El oficio del poeta, es el oficio del hombre, del ser. Es una búsqueda, a la vez que una manera de implicarse en la sociedad. El poeta como sujeto activo, no sólo como ser contemplativo. El poeta como animal político.
A Miguel Sánchez-Ostiz se le reconoce en Navarra como uno de los mejores escritores; se le conoce por sus opiniones críticas, reflexivas y de denuncia ante la impunidad política actual. En esta plaquette, a modo de cuadernillo marrón con grapa, artesanalmente realizada por Ediciones del 4 de agosto, el poeta, además de manifestar los abusos de las clases dirigentes, expresa su poética: “Vivamos, si podemos, sin servidumbres, sin equipaje, sin nada. En el camino.”
Sánchez-Ostiz pasa factura a la vida fronteriza, entre España y Francia, entre el pasado y el presente, la dictadura y las ansias de libertad y de democracia real. Su búsqueda es una búsqueda terrenal: “Mi casa son mis libros. Mi casa es la noche.” “La tarea de buscar en el aire un país, de verdad propio, una nueva geografía, […] un lugar donde no sentirse ajeno, extraño, enemigo.”
Muchas veces los versos de los poetas, su mensaje, dista mucho con la manera que tienen de afrontar la vida. Creo que en este caso la coherencia se sustenta en el ejemplo.
MANUAL DE INSTRUCCIONES
Un poeta debe contarte sus visiones,
hacerte ver sus visiones,
debe suscitar tu perplejidad,
contagiarte su inquietud,
su incurable melancolía,
su humor sombrío y vagabundo.
Un poeta.
Un poeta debe también vivir.
Puede hacerlo, en otro mundo,
con otras leyes y otras reglas,
que las de la conveniencia
y las elegantes y al cabo sucias convenciones,
lejos del provecho inmediato
y del arrimo de la cuadrilla.
Un poeta debe ser visionario más que tendero,
testigo de cargo cuando se tercie,
memorialista del dolor y la desdicha,
si su corazón le manda,
descreído de todo y apasionado.
Un poeta debe aprovechar sus armas
y su ventaja: la de no ser nadie,
la de no contar mucho, la de no contar nada,
en este alegre carromato de los vivos.
No puede ser un probo funcionario
en el ministerio de la ventaja.
Debería ser, si pudiera, si pusiera empeño,
alguien que dijera lo que los demás callan
y que a la vez hablara de lo que nadie ve,
que diera consejos de sabiduría a contrapelo,
que fuera cuando los demás vuelven,
que del medio del camino hiciera leña
y de la dorada mediocridad escupidera.
Los subrayados son míos no del autor del poema